Mariló Montero gana demanda a Diego Arrabal y Gustavo: 3 años de prisión para ambos


La periodista finalmente puede descansar tranquila, luego de una prolongada batalla legal que se ha extendido a lo largo de nueve años. Mariló Montero ha logrado alcanzar su objetivo: obtener una condena penal para los paparazzi que la capturaron en topless durante un descanso en Bora Bora junto a una amiga. Los fotógrafos, identificados como Diego Arrabal y Gustavo González, han sido sentenciados este día jueves a una pena de diez meses de prisión, acompañada de una multa diaria de seis euros durante ocho meses, además de asumir la mitad de las costas judiciales.


La decisión judicial emitida por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Barcelona también establece "la inhabilitación especial de Arrabal y González para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el período de condena, así como para llevar a cabo cualquier actividad relacionada con las agencias de prensa por el mismo lapso de tiempo". Es importante tener en cuenta que la sentencia aún no es definitiva, lo que significa que Arrabal y González tienen la posibilidad de presentar un recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dentro de un plazo de diez días. Es oportuno recordar que Mariló Montero había solicitado inicialmente una pena de seis años de prisión y una indemnización de 265.000 euros.


Diego Arrabal ha sido el primero en expresar su opinión tras el dictamen judicial: "Tengo 52 años. Siempre he confiado en la justicia de mi país (España). Sin embargo, hoy, 29 de febrero de 2024, he perdido esa confianza", manifestó en sus redes sociales. "Hace unos cuantos años me advirtieron: 'Dieguito, van a por ti'. La fuente era muy confiable. Hoy, esa advertencia se ha confirmado. Quieren destruirme", añadió.


Esta situación marca el punto culminante de una larga y compleja batalla legal que se inició hace casi una década. Todo comenzó cuando Mariló Montero decidió emprender un viaje a Bora Bora en compañía de una amiga, donde se encontraba tomando el sol semidesnuda en su bungalow y fue sorprendida por la lente indiscreta de los paparazzi. Aunque las imágenes capturadas no llegaron a ser publicadas, la ex esposa de Carlos Herrera decidió interponer una demanda contra los fotógrafos por "revelación de secretos". Si bien ganó el caso civil, que obligaba a los fotógrafos a indemnizar a la comunicadora y su amiga con un total de 265.000 euros, Mariló no se conformó y buscó también que los responsables fueran sancionados con prisión.


El juicio se llevó a cabo en enero pasado en la Audiencia de Barcelona, donde Montero expresó su profundo malestar: "Me sentí violada", declaró. Un total de 82 fotografías fueron presentadas como evidencia, las cuales, según la periodista, "circulaban de redacción en redacción, de mano en mano. Me describieron las imágenes con tal detalle que fue una experiencia realmente humillante", afirmó. Aunque la defensa de los acusados insistió en que las imágenes nunca fueron publicadas, Mariló minimizó este hecho: "Con esas fotografías me violaron dos veces", alegó. Para ella, fue como si su intimidad se hubiera expuesto en primera plana. Además, explicó que recibió constantes amenazas que la obligaron a "huir de mi país" y buscar refugio en Estados Unidos para "poner fin a la persecución".


Este caso no solo ha sido una confrontación legal, sino que ha tenido un impacto significativo en la vida personal y profesional de todas las partes involucradas. Mariló Montero ha debido lidiar con el asedio mediático y las repercusiones emocionales derivadas de la invasión a su privacidad, mientras que los fotógrafos, Arrabal y González, se enfrentan ahora a las consecuencias legales de sus acciones. La sentencia emitida por la Audiencia Provincial de Barcelona marca un hito en la protección de la intimidad y los derechos individuales en el contexto de la prensa y la fotografía de celebridades.


Es importante destacar que este caso ha generado un intenso debate público sobre los límites éticos y legales de la labor periodística, especialmente en lo que respecta a la obtención de imágenes comprometedoras y la invasión de la privacidad de las personas famosas. La decisión judicial, aunque podría ser objeto de controversia y debate, envía un claro mensaje sobre la responsabilidad y la ética profesional en el ejercicio del periodismo y la fotografía en el ámbito del espectáculo y la farándula.


La reacción de Diego Arrabal ante la sentencia refleja el impacto profundo que este proceso ha tenido en su vida y su percepción de la justicia. Sus palabras, cargadas de desilusión y resentimiento, evidencian la amargura de quien se siente injustamente tratado por el sistema judicial. Su declaración pública no solo revela su desconfianza en la imparcialidad de la justicia española, sino que también sugiere un sentimiento de persecución personal, alimentado por la sensación de ser blanco de ataques premeditados y maliciosos.


Por otro lado, la postura de Mariló Montero durante todo este proceso ha sido firme y determinada. Su decisión de llevar adelante esta batalla legal, a pesar de las dificultades y el escrutinio público, demuestra su compromiso con la defensa de su intimidad y su dignidad como persona. A través de su testimonio en el juicio y sus declaraciones públicas, ha puesto de manifiesto el impacto devastador que tuvo la violación de su privacidad en su vida personal y profesional.


La sentencia emitida por la Audiencia Provincial de Barcelona representa un paso importante en la protección de los derechos individuales y la intimidad en un mundo cada vez más dominado por la cultura de la exposición mediática y la invasión de la privacidad. Si bien es cierto que el ejercicio del periodismo y la libertad de prensa son pilares fundamentales de la democracia, también es necesario establecer límites claros y garantizar el respeto a la dignidad y los derechos de las personas, especialmente de aquellas que se ven expuestas al escrutinio público debido a su notoriedad o su posición en la sociedad.


El caso de Mariló Montero y los paparazzi que la fotografiaron en topless


 en Bora Bora es un ejemplo claro de los desafíos éticos y legales que enfrenta la prensa en la era digital y de las redes sociales. Si bien la tecnología ha democratizado el acceso a la información y ha permitido una mayor difusión de noticias y contenidos, también ha facilitado la proliferación de imágenes comprometedoras y la vulneración de la privacidad de las personas. En este contexto, es fundamental que los medios de comunicación y los profesionales del periodismo asuman la responsabilidad de ejercer su labor de manera ética y respetuosa, evitando la explotación sensacionalista y el sensacionalismo a expensas del sufrimiento humano.


La sentencia dictada en este caso envía un mensaje claro sobre la importancia de proteger la intimidad y los derechos individuales en un mundo cada vez más invadido por la voracidad de la información y la cultura de la exposición. Si bien es cierto que la libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia, también es necesario establecer límites claros y garantizar el respeto a la dignidad y los derechos de las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en una posición vulnerable debido a su notoriedad o su posición en la sociedad. En última instancia, este caso subraya la necesidad de encontrar un equilibrio entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad, y de asegurar que los medios de comunicación cumplan con su responsabilidad de informar de manera ética y respetuosa.